Indago la soledad desde las nuevas tecnologías, desde una forma
nueva de decir aquí estoy, desde la posibilidad de que alguien, no sabes quien,
desde Malasia, desde Argentina o desde Canadá te conteste y te haga un
comentario. "Me ha gustado, pienso como tú, si pero ...". Me paro y
pienso : ¿para qué hice la entrada?... para decir algo?, para saber que aún soy
capaz de llegar ?, para satisfacer mi ego con un comentario desde el fin del
mundo? . No lo sé muy bien; no sé por qué escribo, y mucho menos por qué lo
publico aquí o en la Red. ¿qué jodida pretensión me incita a desear que algo mío
lo lean en el Japón?. Estoy confuso y percibo de nuevo la soledad; pero en este
caso soledad global, soledad inmensa, soledad planetaria.
Ese poder novedoso que los jóvenes ya
acostumbrados a esto de la información global apenas perciben, se me
antoja a mí trascendente en la concepción del ser. Yo ya no soy yo, jubilado y
sumiso al mismo tiempo, en esta España del Sur. No, no, qué va: ahora soy un
poderoso escribidor que puede ser leído en la Patagonia o en Siberia al mismo
tiempo. Y también puedo ser un solitario absoluto aislado en la mayor de las
aglomeraciones posibles. Resulta que mi grito bloguero de "estoy
aquiiiiiiii" unas veces, al albur, lo responden cien respuestas en un día...
y tú tan contento; pero la entrada que tú crees mejor, pues eso: que no le
gusta a nadie. Y a ti, que te debía dar exactamente igual... pues no: te pones
tan contento si responden y te mosqueas si hay silencio.
Cosas raras estas ciertamente que anuncia
la figura probable nacida de un mañana no muy lejano: la figura del solitario cósmico.
Un yo aislado incluso de la respuesta del eco de cualquier montaña de por aquí.
Una pena de criatura, qué duda cabe.
Un niño paseaba por la montaña con su papá.
ResponderEliminarEco en la montaña
En un descuido tropezó con una roca y gritó ¡Ay! y de inmediato a lo lejos escuchó una voz que gritaba ¡Ay! ¡Ay!
Con curiosidad el niño pregunta:
– ¿Quién está ahí?
y sin tardanza la voz le dice:
– ¿Quién está ahí?
El niño, ahora enojado porque la voz está repitiendo su pregunta, grita:
– ¡Cobardeeeee!
y la voz responde en seguida:
– ¡Cobardeeeee!
El niño, que está fuera de si, mira a su padre y le pregunta:
– ¿Quién es?
– ¿De dónde sale esta voz, papa?
El padre sonriendo le dice:
– Presta atención hijo.
Entonces se vuelve hacia la montaña y haciendo bocina con las manos grita:
– ¡Te admiroooo!
Y la voz regresa diciendo:
– ¡Te admiroooo!
Y de nuevo el hombre grita:
– ¡Eres un campeoooón!
Y se escucha:
– ¡Eres un campeoooón!
El niño observa al padre curioso pero sin entender que pasa, y el padre le explica:
– Mira hijo, lo que has oído han sido tus mismas palabras.
– La montaña las ha devuelto.
– Se llama el eco
– La vida funciona como este eco de la montaña.
– Te devuelve todo lo que dices y haces.
Y el niño, ya calmado, pregunta a su padre:
– No entiendo.
– ¿Me lo explicas, papá?
El padre sigue explicando a su hijo con mucho amor:
– Tu vida es un reflejo de lo que tú haces.
– Si deseas más amor, crea más amor a tu alrededor.
– Si deseas una sonrisa y alegría, da una sonrisa a aquellos que conoces.
– Si deseas que las otras personas sean justo contigo, trata a los demás justamente.
– La vida te dará de regreso lo que tú le hayas dado.
El niño mira a los ojos de su papá y le responde:
– ¡Ahhh! Entiendo … tal como el eco de la montaña.
Y corre hacia su padre y le abraza con mucho amor.
Maestro: creamos nuestra propia realidad con nuestras palabras y con nuestras acciones.
Yo, que no soy Maestro, añadiría:
Si no quieres una soledad global, un silencio a lo que escribes, da tu voz a lo que escriben otros, hazles saber que los escuchas, que eres esa montaña receptora de lo que otros gritan al viento y que también esperan tu respuesta. No te quedes con el eco de tus propias palabras esperando una respuesta; sé tú esa respuesta que otros también esperan.
A veces, Xaro, es difícil llegar a esa conclusión. Leo mucho de lo que escribe gente poco conocida o desconocida. Y hay quién siempre se lamenta de la pérdida que tuvo: mujer, esposo, padres, hijos, hermanos...y por mucho que quieras consolarlos y decirles que les respetas pero que no comprendes que no salgan de ahí, no sirve de nada. Otros hablan de la política de sus países, unos a favor y otros en contra. Parece ser que no se insultan, que pasan de ellos mismos...En resumen: cada uno habla de sus problemas y unos son contestados y otros no. No es malo escribir sobre las propias ideas...pero muchos no se quieren mojar y no contestan o salen por peteneras. Estos medios sociales son así. Si escribes con la intención de que guste a muchas personas, no se es sincero. Hay quien lo hace. El eco responde lo que tú dices. Pero si no estás en la montaña no hay eco. Una vez planteé algo que creía que iba a gustar, ya que de eso no nos libramos nadie. Y nadie dijo una palabra. Y los defensores de animales escriben y son contestados aunque pidan lo que no hacen por las personas. y no estoy en ningún grupo porque no me gusta encerrarme en algo fijo. Si aplaudes todo va bien. Si disientes, te echan. Tiene que hablar de algo que le guste a las personas, aunque no sientas predilección por ese tema, para que te contesten. Si profundizas, puedes pasar desapercibido...la gente no suele leer artículos un poco largos. Y hay algunos muy interesantes. Yo leo a un señor jubilado que fue Rector de la Universidad de Murcia y catedrático de medicina.Pues son pocos los que lo hacen. Como mucho. pican en "Me gusta", sin leer nada. estos medios son así. Es para hacer un estudio sociológico de los gustos de las personas de varios países. Y sería interesante hacerlo. Pero no para publicarlo porque quizá, se te echarían encima. Cada uno se ve en su espejo particular y no está dispuesto a que le digan lo que ven los demás. Ya me he extendido demasiado. Perdón. Un beso
ResponderEliminar