Dice Pulo Coelho que sin
la soledad, el Amor no permanece mucho tiempo a su lado. La soledad, continua,
no es la ausencia de amor, sino su complemento.
Coincide este autor con
alguna de las opiniones mías publicadas en este mismo blog en entradas
anteriores. La soledad no es la ausencia de compañía, sino algo más; algo más
profundo y complejo. Yo intuía la soledad, y así lo publiqué, como la ausencia
de respuesta; recordad lo que decía del eco y la llamada…; Coelho no; para este
pensador es un momento en el que nuestra alma tiene la libertad de conversar
con nosotros y ayudarnos a decidir sobre nuestras vidas… por tanto – continua –benditos
sean aquellos que no temen la soledad, porque el que nunca está solo ya no se
conoce a sí mismo.
Sin entrar a desgranar el
pensamiento del autor citado debo decir que no estoy de acuerdo en el
planteamiento de considerar la soledad como un momento, un acontecer, un algo
por lo tanto externo al sujeto. Pienso que el pensamiento socrático del conócete
a ti mismo puede facilitarse en la soledad, pero no afecta al ser. El ser es un
prius a la soledad sin que este afecte a su naturaleza.
Más acertado está Coelho
en el pensamiento que encabeza esta entrada, en el que liga la soledad a la consecución o a la permanencia del amor.
Sí, esto lo veo más lógico aunque digamos "mal colocado", temporalmente, por el brasileño. El ser, el ser aristotélico, tal como lo concibe y
lo expresa María Zambrano, alcanza su conciencia de tal al ser errante, al separarse
del centro, al sentirse expulsado del Paraíso. Yo añadiría un algo más: el ser
alcanza su conciencia histórica y su ansia de trascendencia cuando siente
miedo, cuando se siente aislado de los demás, cuando es él quien debe dar
respuesta reflexiva a las preguntas recién descubiertas… el infinito, la noche,
la enfermedad…, la soledad.
Para evitar el miedo, el
ser aristotélico intenta la unidad, la pertenencia al grupo, la respuesta
asociada. Y ese intento de vuelta al centro, a la unión, a la conciencia
colectiva la persigue a través del Amor. De las distintas clases de amor. Así pues es la soledad el prius del Amor y no
al revés. Alguien que alcance la soledad absoluta, si esta existe en realidad,
intentará desesperadamente amar, y el amor sin soledad carecería también ad
initio de sentido.
Así pues este es mi
pensamiento de hoy: el ser, la soledad y el amor son conceptos e identidades
diferentes, pero se ubican temporalmente en el ser en este orden y no en otro:
Ser, soledad… amor.