El lugar.
Distancia: de Luisa Sánchez Pérez. |
Lo que intento decir o
comprender es la realidad histórica del destierro, del exilio, de la
inmigración y la profunda, la aterradora soledad que implica. Cojo el coche,
salgo de Madrid, tomo la autovía de Andalucía – la nacional 4 -, avanzo… paso
por Aranjuez…me llaman
-
¿por dónde
vas?
-
Estoy en
Aranjuez…
-
Ah, entonces
te quedan...
-
Si, tres
horas a Bailén…
-
Bien, llámame
cuando llegues
-
Chao.
Y sigo, y atravieso la
Mancha y llego a Andalucía. Los olivos se extienden hasta el horizonte en
hiladas simétricas, violáceas ya en la tarde, eternas en mi alma. Es diciembre
y el fruto inclina los arboles haciéndome un saludo de bienvenida. ¿ya has
regresado… me dicen?. Sí, sí ya estoy aquí de nuevo: ya soy yo.
Y eso que he pasado solo
dos días en Madrid. Me imagino el exilio de los intelectuales españoles en la
pos Guerra. Treinta, cuarenta años de exilio sin ser, solo estando, y leo y
releo sus escritos para intentar a cercarme a su yo desterrado y solo. Volver a
morir… eso. Los he contemplado ya ancianos volver a morir, morir desde el ser. Uno no se muere desde el
estar. Si eso me ocurriera…, vagaría por el éter hasta encontrar una inmensidad
plateada cuajada de aceituna pintona que me dé, una vez más, la bienvenida.
Mientras, seguiré solo, absolutamente solo en un inestable estar.
Quien condena a un hombre
a destierro…no sabe lo que hace.
Quién obliga a un hombre
a emigrar y le ofrece un sueño en su futuro estar…no sabe lo que hace.
Quien lea esto y no lo
entienda…es un insensato.
No hay comentarios:
Publicar un comentario